domingo, 21 de junio de 2020

Confinamiento. Quinto diario.


  
Miércoles,15 de abril
La mirada a mis ventanas exteriores me devuelve una foto fija de la vida, como si se hubiera detenido. Me rebelo ante esa irrealidad y me propongo la actividad permanente y la alegría de realizarla. Estoy solo y pendiente del final del programa de la lavadora que lo anuncia con su pitido. Saco la ropa y me encuentro a la vecina de enfrente y los dos en el tendedor. Imprevisto, establecemos un divertido reto de cuelgue. Ella braguita, yo calzoncillo. Ella braguita, yo calzoncillo. Así unas seis veces hasta que un albornoz y unas mallas rompen ese envite en el que hemos evitado, después del saludo, mirarnos. Ahora sí. Hablamos de tiempo y del encierro con una sonrisa. Sonrisa, no hay que perderte. Escribo un tuit que me inspira la figura de Aznar y que dice: “Hay personajes, en todos los ámbitos, que evidencian una disfunción psíquica. José María Aznar es un ejemplo. Pero no tanto por sus ideas, legítimas, como por su forma expresiva, su actitud y comunicación gestual. Creo que precisa tratamiento”. Me propongo una “desinfoxicación”, palabra que he aprendido del taller de escritura de Facebook. Se trata de disminuir la intoxicación informativa. Hago algo de ejercicio y después de comer y de una breve siesta reparadora, continúo con las “Prosas apátridas”. Había comenzado a subrayar fragmentos de texto, pero desisto. Es un libro para subrayar entero. Entre final de tarde y noche vemos dos capítulos de una nueva serie nórdica. Darkness es su título y al igual que la novela negra tiene registros diferentes a las series de otros países. Entornos sórdidos, frialdad en la comunicación y estéticas oscuras. Y psicópatas brutales. Está bien realizada y tiene un ritmo que atrapa.

Jueves, 16 de abril
Continúa la rutina. Lectura, capítulos de la serie y ejercicio físico. A las ocho de la tarde salida al balcón y aplausos. Veo pasar un coche de la policía nacional con una bandera saliendo de la ventanilla. La gente, en general, aplaude con reconocimiento y un punto festivo. En un balcón cercano a la Gran Vía observo a un ciudadano que no conforme con tener la bandera colgada la coloca sobre un mástil y la ondea, de derecha a izquierda, al viento. Me gustaría saber qué quiere decir con esa exhibición. En fin, como dijo el torero, estamos de tó. Recuerdo a Jorge Drexler cuando cantaba perdonen que no me aliste/bajo ninguna bandera/ vale más cualquier quimera/ que un trozo de tela triste. Obviamente es un día más y un día menos. Pero creo que no hemos superado la barrera esperanzadora de poder percibir ese día menos. De momento, creo que el cansancio suma y no resta.

Viernes, 17 de abril
He finalizado el taller de Escritura creativa en Facebook y me acompaña la decepción. En el fondo, poco más que una tertulia y unos textos comentados. Y nada menos que once horas, sí, divertidas, amables, pero nada más. Nos cuenta el profesor que hay algunos escritores –no sé si entrecomillar – que escriben cosas y tienen muchos seguidores. Desconoce que eso también se está dando en Instagram y que solo tiene el interés editorial de que pueden tener más facilidades para publicar, pues existe una cierta garantía de ventas. Son, en cierta medida, como los youtubers. Pero desde luego, el curso está muy alejado de las expectativas que me motivaron. Aún así, y como siempre procuro sacar algo positivo en todo lo que hago y como ya os comenté, he conocido a una editora independiente que me puede parecer de interés. Tengo un segundo libro en marcha, de estructura muy diferente al anterior, e intentaré alguna gestión para su posible publicación. He entrado en la web y es posible que me dirija a ella. El día no da para mucho más. Y las previsiones de confinamiento siguen siendo poco esperanzadoras.

Sábado, 18 de abril
Amanece un maravilloso día de primavera que proclama la vida, aunque por ahí hay unos bichos amenazadores. Abro las ventanas y aspiro algo más que aire. Un sentimiento, una sensación, un estímulo. La calle se ofrece como una tentación irresistible, aunque la prudencia y el sentido cívico se acaban imponiendo. Pero anima y alegra el día. Como soy insistente y poco conformista me meto en otro taller Fuentetaja titulado “Edición para escritores”, aunque esta vez he sido más prudente. Este solo dura cinco horas que, por lo que he comenzado a ver, son excesivas. Pero bueno, si algo sobra es tiempo, aunque haya que utilizarlo bien. Se trata, a grandes rasgos, de instruir en la forma de dirigirnos a un editor cuando tengamos interés en publicar algún texto. Carta de presentación, datos personales y breve biografía, sinopsis de la obra y manuscrito o parte del mismo. Insisto, cinco horas para esto que puedes encontrar en la página de escritores.org me parece tedioso y excesivo. Lo dirige el editor de Salto de Página que tampoco es un brillante comunicador. Según comenta, se publican en España unos 70.000 libros anuales, contando autores locales e internacionales, y de los cuales el uno por ciento de los manuscritos que llegan a las editoriales ven la luz. Anima tanto como el confinamiento. Bueno, de todas formas, terminaré el taller. ¡Ah! Me olvidaba de comentar que estoy durmiendo mejor.

Domingo, 19 de abril
“Si solo hablaran de cada tema los especialistas y expertos, el silencio sería más común y escuchar un hábito saludable”, ha sido el último tuit que he publicado en mi cuenta. Cada día me asombra más la insolencia de la ignorancia. Comprendo el agotamiento que nos puede producir este confinamiento, pero ¿no es suficiente la información de la gravedad de esta pandemia para que seamos prudentes y reflexivos? Yo no soy epidemiólogo, pero en mi opinión… y a partir de ahí se vierten una serie de comentarios acerca de la duración, procedencia, cuanto más, cuánto menos, formas, colectivos… Me asombra tanta estulticia.

Lunes, 20 de abril
Comienza la quinta semana de confinamiento y sigue mi asombro por lo que estamos viviendo. No sé, quizás hay momentos, fuera de la amable y privilegiada rutina, en los que las noticias y tus propias reflexiones te abruman. Estoy viviendo la situación más grave, colectivamente, de mi vida. Creo que nunca hubiéramos pensado en lo que está sucediendo salvo en libros y películas de ciencia ficción. Pero es real. Y dramático. Por primera vez, salvo la natural prevención, se adentra en mí un cierto miedo. Formo parte del grupo de personas más afectado y de más riesgo. Incluso el deseo de salir está perdiendo intensidad ante la necesidad de protección. Aquí estoy cómodo y me siento seguro y el exterior es una amenaza. Me propongo que no se apodere de mí ninguna y tristeza sino, por el contrario, disfrutar de lo que tengo que es más de lo que necesito. Solamente estoy privado de una parte de libertad. Que no es la fundamental. 

Martes, 21 de abril
Hoy, como todos los martes, tengo tertulia telemática y luego el taller de escritura. La tertulia se me está haciendo algo incómoda. Todos somos bastante diferentes y esa ha sido, en cierta medida, una cualidad. Pero cada vez se polariza más y eso me desagrada. Y el que sea en línea no favorece. Se carece de los matices de la presencia física y, además, en muchos momentos, hacen su aparición las dificultades técnicas. Hace tiempo, escribí un blog acerca de lo que yo entiendo que debe ser un debate. Quizás os lo lea si no tengo nada mejor que contaros. Sigo leyendo a Ribeyro y encuentro que dice que la felicidad completa no existe y ni el dinero nos la puede proporcionar pues, hay tres cosas que no da: la salud, la cultura y el amor. La salud porque es incontrolable, la cultura porque no se compra, sino que se adquiere con esfuerzo, y el amor porque se puede comprar un cuerpo, pero no el afecto ni la pasión. Sin embargo, yo creo que la felicidad, -si bien la salud es premisa indispensable- no sólo depende del bienestar y la posesión, sino que es, en buena medida, una consecuencia de la voluntad. Porque, en definitiva, la felicidad es un sentimiento íntimo. La reflexión sobre nosotros y nuestra vida influye en los sentimientos. Como decía Sandor Marai refiriéndose al amor no alcanzado, la razón ni inicia ni puede detener los sentimientos, pero puede domesticarlos. Creo que, al igual que puede domesticarlos puede potenciarlos. Pero se necesita esfuerzo. Y no es fácil.

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