domingo, 11 de noviembre de 2018

La importancia del idioma




Resulta bastante frecuente enarbolar como argumento despectivo o infravalorar los diferentes idiomas de España, la extensión e importancia -sin negar la relación no son siempre lo mismo- del español en el mundo. También parece que hay una tendencia a llamar español -la misma Academia Española lo recomienda- a lo que en su origen es la lengua castellana. También discusiones acerca de las diferencias o igualdad de la lengua que se habla en Catalunya o Valencia. En definitiva, conflictos que refieren con más certeza que rigor técnico realidades políticas. A mí, como a cualquier demócrata, me resulta especialmente molesta, por la falacia y elementalidad argumental, esa comparación frecuente del castellano con el catalán basada en el número de hablantes. Esa extensión del primero es debida al hecho de que existió un Imperio español, al igual que lo fue el inglés o a que la inmensa población de China hace que su idioma sea de los más hablados del mundo. ¿Seguimos haciendo carreras o nos centramos en lo que significan y en el origen de los idiomas? Yo mismo, en mi blog personal, he hablado de lo que significa el idioma en la identidad de una nación, comunidad o pueblo y por tanto obviaré ese discurso y me centraré -solicitando comprensión hacia mi falta de autoridad- en el origen de estos idiomas. El castellano, francés, catalán, gallego, italiano, portugués, etc. son lenguas provenzales que tienen un origen común que es el latín. De ellas, quizás sea el castellano el que más influencias exógenas tenga, pues se reconoce que determinadas palabras y sufijos como los terminados en ez tienen su origen en el euskera -omito hablar de esta ancestral lengua pues llevaría a un texto tan largo como limitado mi conocimiento- sin bien tampoco por ello merece calificarla de contaminada. A mí, en contrapartida, me parece de una inmensa riqueza que un pequeño país como el nuestro, con una apasionante historia que, como todos en Europa, está repleta de luces y sombras, contenga esa variedad de lenguas y emplearé todas mis energías como ciudadano libre para su fomento en igualdad de condiciones. Admiro que Catalunya, a pesar de todas las imposiciones históricas, haya conservado y fomentado esa hermosa lengua que Serrat llamaba la “llengua del pit” (lengua del pecho) y que me parece una maravillosa descripción de lo que significa, lejos de maliciosas interpretaciones, la identidad de un pueblo. Qué decir del encomiable esfuerzo de Euskadi por recuperar y extender a todas las capas sociales, incluso llegadas de fuera, esa dulce lengua -recomiendo un acercamiento musical par apreciar su belleza- tan sentida como antigua. Ojalá, los gallegos se esfuercen en mantener y fomentar su idioma. 
En definitiva, lo que quiero decir y resumo es que me gusta que en Zamora hablen castellano, en Mollerusa catalán, euskera en Hernani, gallego en Cambados, italiano en la Toscana, inglés en Liverpool o español en Chile. 

Incluso que en China hablen mandarín.

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