domingo, 12 de enero de 2020

Día de lluvia en Nueva York




Siempre aprecié el cine como una experiencia compartida pero íntima. La oscuridad, el sonido, la pantalla y el silencio, sobre todo el silencio, como expresión de respeto, tanto como para el creador de la película como para el resto de los espectadores, componían un mundo mágico que durante dos horas te trasportaban de la realidad al sueño. Y determinadas películas -todas lo merecen- casi lo exigen. Recientemente, he visto la excelente comedia de Woody Allen “Día de lluvia en Nueva York” en uno de esos pequeños cines -no más de cien butacas- cómodos y con buen sonido; la verdad, algo más que el salón de mi casa y con calidad acústica parecida. La diferencia es que en este caso la hubiera disfrutado en ese silencio que reclamo y necesito, mientras que en la sala de cine la disfruté y sufrí con comentarios, risas a destiempo, ruidos y aromas de palomitas que por momentos me provocaron verdadera irritación. Y es que el cine ya no es lo que fue. Las salas se han visto obligadas, para rentabilizar la exhibición, a vender todo tipo de comidas y bebidas y los espectadores adoptan una actitud “televisiva”, como si en el salón de su casa estuvieran, sin el menor recato en comentarios y, en muchos casos, con tendencia a “radiar” la cinta. -Mira, el puente de Brooklyn, la Tour Eiffel, la estatua de la Libertad, etc. son voces tan odiosas como habituales. La película de Allen, alejada de una obra maestra, tiene la delicadeza y poesía del director que ama la ciudad y te empapa de ella, además de unos diálogos inteligentes, dinámicos e interesantes. Toda la cinta se ve con una sonrisa, pero sin ninguna carcajada. Algo que algunos espectadores consideran casi una obligación al ver películas de este director. Insufrible. Hace tiempo que vengo batallando por la implantación definitiva de la multipantalla. Algo a lo que la industria del cine se resiste por intereses económicos y percepciones cortoplacistas. Sé perfectamente que no hay nada mejor que una película en un buen cine y en las condiciones ideales. Pero estas, hoy, casi no se dan. Espero que, no tardando, esté accesible para verla de nuevo en streaming en el salón de mi casa y disfrutarla como se merece. Al menos, como a mí me gusta. 

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