jueves, 25 de octubre de 2018

Cumpleaños




Como decía Luis Cernuda “hay un momento en la vida en que el tiempo te alcanza” y se convierte en una presencia permanente con la que hay que contar. Reflexionaba ayer sobre la edad -en un día de constancia gozosa- y, especialmente, sobre nuestro papel social en esta etapa. Es obvio que en términos económicos nos convertimos en acreedores y, en general, dejamos de ser productores; pero fuera de esta realidad, mantenemos todos nuestros derechos como ciudadanos -como debe ser- y nuestra influencia en aspectos sociales y políticos. Y aceptando este enunciado, y entendiendo las diferentes situaciones personales pero con notables similitudes como grupo social, es cuando me pregunto… ¿Es positiva nuestra aportación como colectivo? Es casi un axioma, o como mínimo un valor aceptado por todos, que la edad proporciona serenidad, conocimiento, sabiduría, prudencia, y que lo vivido nos dota de ese valor -en mi opinión sublimado- que es la experiencia. Pero creo que se habla poco de las cargas negativas que tiene. ¿No es cierto que la edad conlleva miedo, conformismo, cierta debilidad, escepticismo, y considera casi absolutos valores del pasado en su proyección al futuro? Y aceptando estas premisas, ¿cuáles pesan más en nuestra contribución ciudadana? No me siento nada optimista y sí, notablemente crítico. Y es un tema que me preocupa, pensando en las siguientes generaciones, ya que en todo Occidente el peso de la gente de edad aumenta día a día. Y en nuestro país con connotaciones especiales a las que me voy a referir. La generación anterior a la mía vivió el franquismo hasta los treinta y tantos años largos, la mía hasta los veintitantos y la siguiente hasta los quince; es decir, madurez, juventud y adolescencia. Y las tres generaciones, que suponen un número importante de ciudadanos, notablemente marcadas por esa etapa de adoctrinamiento. No creo necesario extenderme sobre las características de esa dictadura que todos sufrimos y que creo -es mi opinión- que en muchos aspectos no hemos superado. Decía un cura de mi colegio -el único que conocí que mereciera interés- que el futuro de un niño está muy marcado por las influencias que recibe entre los ocho y catorce años; que ello determina, en grado estimable, su actitud posterior como adulto. Las personas más inquietas, cultas y reflexivas se han esforzado por desprenderse de esas “adiposidades” de aquellas etapas; su pensamiento crítico ha cuestionado la formación religiosa para abandonarla en muchos casos o mantenerla en aquellos de profunda convicción; y lo mismo ha hecho con sus posturas sociales o políticas. Pero hay que esforzarse mucho. Y de forma constante. Cada día observo, con cierta admiración técnica y repulsa moral, que la sombra del franquismo es muy alargada y el poso, soterrado y casi invisible, subyace en muchos comportamientos y visión de las cosas. Incluso en personas que abominan del fascismo y se sitúan a la izquierda -como puedo ser yo- en momentos determinados y al tener que “asomar la patita” dejan al descubierto esa insana influencia. El franquismo tuvo una enorme crueldad física pero todavía más poder sobre las ideas. Y muchas de ellas, al amparo democrático, tienen la dureza inquebrantable de los más firmes principios de la dictadura. La mansedumbre hacia las políticas económicas, la displicencia ante la corrupción o, recientemente, la virulencia ante cualquier modificación territorial del Estado son síntomas de esa sombra maldita. Reacciones indignadas que asoman como un resorte automático anulando cualquier esfuerzo de comprensión y análisis. Y, además, con la complicidad de unos medios de comunicación que han dejado de serlo, y colaboran, con tanta desfachatez como entusiasmo, en anular el pensamiento crítico y la información objetiva. 

PD. Este texto no es otra cosa que una invitación a la reflexión personal y en modo alguno a descalificar cualquier opinión, política o social, diferente a la mía. Simplemente considero que el análisis introspectivo de nuestras reacciones y posturas, es siempre un ejercicio positivo.

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