domingo, 7 de octubre de 2018

El 1º de Octubre no pasó nada



He recuperado este texto que escribí en otro foro hace una año y que conllevó bastante polémica. Creo que el paso del tiempo le ha sido favorable.

Rememoraba ayer esas imágenes del cine en las que se ve a un señor sentado en un sillón con su pipa y un periódico en dobladillo en el que se podían apreciar las largas columnas de texto. Tiempos que no conocí y en los que la palabra era el medio para informar. Creo que, a grandes rasgos, fue la guerra civil española la precursora de la información gráfica. Aquí se captaron famosas imágenes que dieron la vuelta al mundo. El miliciano alcanzado por un disparo, de Robert Capa, es un documento histórico. Pero fue la Segunda Guerra mundial y, posteriormente, la Guerra de Vietnam en las que este tipo de información alcanzaría niveles de notoriedad e importancia insustituibles. Las terribles imágenes del holocausto judío han quedado como actas notariales inmortales que nos recuerdan el horror en el que puede caer el ser humano. La niña desnuda y chamuscada huyendo de las bombas de napalm o el soldado del Vietcong muerto en las calles por un disparo en la sien no admiten interpretaciones.
Pues bien, observo con estupor como en estos días y desde hace tiempo, la evidencia se interpreta, discute e incluso se niega. Los recientes sucesos del pasado domingo, 1º de Octubre, en Barcelona concluyeron con la intervención de unidades antidisturbios para disolver a grupos de ciudadanos desarmados y en actitud pacífica en la inmensa mayoría de los casos. Así lo certificaban las informaciones de medios internacionales como los cientos de vídeos que circularon por la red tomados por ciudadanos con su cámara. Las autoridades y los medios de comunicación “oficiales” tardaron algo más de veinticuatro horas en reaccionar. Las primeras informaciones apuntaban a doscientas o trescientas personas atendidas en los centros de salud (no se hablaba de heridos), cifra que fue ascendiendo hasta los 800 (ahora sí, heridos) con dos personas en situación grave. Los días posteriores han sido todo un ejercicio de “contra información” delirante. Se niega que fueran ochocientos –obviando los informes médicos- y se difunden imágenes falsas, manipuladas y retocadas –el diario La Razón ostenta la Cátedra en estas actividades- en las que se niegan esas heridas. Los editoriales del diario El País negando realidades y hablando de proporcionalidad, son dignos de estudio. Ancianas que no eran y asociadas a un político vasco, otras en las que se dice que la sangre era pintura, difunden que prácticamente en todos los colegios había barreras de niños y ancianos, y, en una pirueta digna del mejor Circo del Sol, el ministro del Interior nos habla de cerca de 400 antidisturbios heridos. Sin despeinarse. ¿Alguien puede creer que esos policías, pertrechados como Robocop, armados con cascos, escudos y porras, pueden resultar, en ese número, heridos por esa multitud desarmada? Pues sí. La verdad es que sí. Porque no hay nada más potente que un creyente…en lo que sea. Ante las evidencias o ante su ausencia. Cuando alguien que quiere creer o negar cualquier evidencia no tienes más que darle el más mínimo y leve argumento -aunque sea manipulado dará igual- para afirmar su creencia. Ante la polarización, las trincheras, los buenos y malos, no cabe el espíritu crítico. Ahora aquí, las cosas han sido como nos cuentan que queremos creer. Todo lo que ha pasado, no ha pasado. Todo lo que usted ha visto, no es lo que parece. Y piense y recuerde un poco ese domingo porque seguramente no ha visto nada… o no existió.

4 de Octubre del 2017

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