jueves, 16 de agosto de 2018

Dinero y razón



Hace tiempo que observo con notable frecuencia que personas que han conseguido en su vida éxito económico consideran su opinión revestida de mayor autoridad por ese simple motivo. El poderío del dinero -ese becerro de oro de nuestro tiempo- pretende suplir cualquier tipo de conocimiento de otros que no lo lograron o que nunca tuvieron esa meta en sus vidas. Bien es verdad que en la mayoría de los casos huyen de temas farragosos como la filosofía, pero se atreven a pontificar en los aledaños de las artes -solo en aquello que es más popular- y se incomodan cuando alguien muestra conocimientos superiores o valora elementos que no comprenden. La pintura es una claro ejemplo de su postura, que solo rinde culto a valores establecidos e incapaz de interiorizar propuestas para las que se precisa una cierta formación. Pero pasa los mismo con la música, la literatura, la escultura o el teatro. Por leve y ligera que sea la conversación se descubre que el logro de objetivos económicos -por otra parte tan lícitos y meritorios como otros- les privó de unos saberes en otras parcelas que no serían relevantes sino fuera por la osadía que les procura su seguridad económica. Hace tiempo escuché a un exitoso empresario textil - que no tenía más formación que la enseñanza básica- decir que "él se la jugaba con cualquier universitario". Eso sí, no especificaba a qué. Con los años he aprendido que el conocimiento es una fuente de humildad y que el dinero lo es de insolencia. Como dijo Rafael Chirbes en su impagable "Crematorio", "el dinero es muy importante cuando no tienes; pero cuando lo consigues suele poner en evidencia todo lo que te falta".

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